domingo, 28 de abril de 2013

ENTRE LES MURS



Y que sucede cuando al final, el resultado no se acerca a nuestras expectativas, cuando las respuestas rayan en lo inesperado y la frase Yo no aprendí nada, llega como un rayo incrustándose en una utopía que es capaz de regresar todo a la realidad.
La película la clase, dirigida por el francés Lauren Cantet  no me sorprendió en absoluto puesto que la rutina estudiantil que sucede entre los muros de un salón de clases, es algo que a lo largo de toda mi vida he observado. Primero como alumna, después como docente en formación. Y probablemente eso fue lo interesante del film. Este fue capaz de  transgiversar el sentido de la típica película quimera en la que el profesor es en un héroe, logrando que los alumnos más rebeldes y faltos de atención, se conviertan en los mejores estudiantes y su vida cambie,  al menos en el aspecto escolar.
Cantet en  un principio muestra un panorama en el que un profesor de lengua para poder involucrar a todos los alumnos en una tarea escrita, les hace saber que se interesa por ellos y por eso quiere que todos redacten un autorretrato. ¿Es esto verdad? Una alumna lo duda, yo también. – a usted no le interesa de verdad saber lo que nos sucede-.  Después de estos intentos en los que el maestro trata de llevar a cabo actividades exitosas en las que todas los alumnos se vean involucrados.  Algo repentino sucede y el equilibrio que por un momento se trataba de lograr es quebrantado. La realidad como protagonista de la película arriba súbitamente.  
Los castigos ya no tienen efecto en los alumnos,  La negación por algunos padres de familia se hace presente, permaneciendo incrédulos ante comportamientos disruptivos de sus hijos, además se busca sancionar en todo momento al alumno, sin valorarlos frente a actitudes positivas.  Características singulares de cualquier escuela secundaria en México.   Al final la película me ha hecho recordarme lo siguiente: valorar a los alumnos como seres humanos, no romper lazos de respetos y no dejar que la frustración por un momento controle mis actitudes. Esto si deseo ser diferente. 




TEACHING ENGLISH IDEAS!!!!


Otra clase útil, ¡qué maravilla! Más ideas que me ayudan a obtener un panorama  claro y sobre todo objetivo de la docencia. Estrategias que proporcionan la facilitación en la enseñanza de un idioma. Probablemente una de mis técnicas favoritas fue el drilling, primeramente por su simplicidad a la hora de llevarse a la práctica y además por la cantidad de ventajas que representa hacer uso de este.  -Memorización, control de grupo, retroalimentación y practica de habilidades del lenguaje como son el escucha y el habla- Esto es todo lo que el drilling  puede aportar en una clase.
Sin embargo, esta no fue la única técnica útil. También aprendí que el proceso de aprendizaje del Ingles implica sentir al estudiante como  un sujeto que desea ser valorado dentro y fuera del aula. Three wishes. Como maestra jamás debo olvidar reforzar la autoestima de mis alumnos, hacerles saber que son inteligentes, que pueden lograr todo aquello que se propongan y sobre todo demostrarles que su trabajo dentro del aula es valioso e importante.
Y bueno, con esto recordé también otras tareas necesarias para lograr una enseñanza significativa: variar tareas tradicionales, tomar en cuentas las inteligencias múltiples, implementar la motivación, balance entre las habilidades del lenguaje, actividades de relajación, monitoreo, entre otras más.
Pero, ¿y el maestro? Es necesario siempre recibir retroalimentación de alguien ajeno a tu clase, alguien que va con el firme propósito de hacerte ver aquellos detalles mínimos pero que son pasados por alto pero y los cuales si no se modifican pueden comenzar hacer estragos y vicios en la práctica docente y en el aprendizaje de los alumnos. Cuando un tercero observa nuestras clases, tenemos la posibilidad de desarrollarnos de una manera aun mas profesional, llevar a cabo un control de calidad y sobre todo aprender y mejorar todas aquellas observaciones que no son del todo positivas para nosotros y el ambiente escolar. 

miércoles, 17 de abril de 2013

Asa the way I feel


Y mañana




Cada estrategia de control de grupo tiene su efectividad de manera ambivalente, puede ser que en un grupo funcione de maravilla he inmediatamente se tome el mando sobre la clase. Por otro lado se puede tratar de implementar la misma técnica en otro grupo, y el resultado puede ser catastrófico, quizá los resultados esperados no sean para nada positivos y la indisciplina vaya aún más allá de lo imaginado. Los estudiantes son impredecibles, y así uno como maestro también debe serlo, presentándoles siempre actividades novedosas que los mantengan alerta y les diga que el maestro es quien está al frente del trabajo.
Tengo algunas ideas en mente sobre que estrategias implementar en la siguiente jornada. Algunas veces me lleno un poco de miedo de que estas no funcionen. No me gusta sentir que fallo, así que prefiero ir lo más preparada posible y llevar siempre un “az bajo la manga”. 
Por otro lado me amedrenta  darme cuenta que la sociedad en la que vivo cada vez se desintegra más y eso obviamente está afectando a las nuevas generaciones; niños que desde los seis años o antes se enfrentan a una desintegración familiar. La cual repercute en todos los ámbitos de su vida, siendo en la escuela donde esto es más notorio.  Entonces cuando se presenta en la secundaria un niño con un vuelco de sentimientos lo último que piensa es en prestar atención a las clases. 

Como maestros además de pensar en estrategias de control de grupo, materiales didácticos, métodos de evaluación. Tenemos que hacer crear una conexión especial con cada uno de ellos, hacerles sentir que al menos nosotros como profesores si nos interesamos en ellos como personas valiosas. Sin embargo, el tener por lo mínimo 400 alumnos todos de distintos grados y grupos, dificulta esta tarea, a un grado que algunos maestros ni siquiera conozcan el  nombre de sus alumnos.

Entonces me llega ese sentimiento de preocupación por el futuro, -querer hacer las cosas lo mejor posible, en todos los sentidos, y darte cuenta que las condiciones laborales no te permiten avanzar-. No sé si solo este dramatizando o si realmente a todos les incomode un poco el saber que la labor a la que nos estamos enfrentando no es nada fácil para quienes tenemos deseos de hacer pequeños cambios en cada ser. 



jueves, 11 de abril de 2013

Solo por que estoy de buenas


Preparando el taller



lo afirmo una vez más; el realizar actividades distintas en clase, me motiva y me hace preguntarme a mi misa – ¿ahora que iremos hacer? Además la manera en la que estamos trabajando, me dice que una profesor jamás se debe quedar atorado en las mismas prácticas aburridas. Por lo que ahora se trabajara en una nueva actividad para presentar una lectura. Una exposición tipo taller. Esa idea me fascina. Yo soy una alumna que todo el tiempo debe estar haciendo algo con las manos, hablando, o escribiendo, por lo que la idea tipo taller me gusta, de esa manera aprendo mucho más rápido y muy difícilmente olvido los temas que veo en clase.
Por lo que mi compañera Claudia y yo después de estar pensando y pensando, dándole vueltas a la idea de taller, comenzamos a dejar fluir nuestra imaginación y rápidamente se vinieron bastantes ideas de actividades interesantes para la clase del jueves. Estoy esperando que la sesión ya llegue, para presentar todas nuestras actividades.
 

jueves, 4 de abril de 2013

Ensayo de jornada OPD II. "Durante la enseñanza"



 La enseñanza que deja huella no es
  La que se hace de cabeza a cabeza,
Sino de corazón a corazón

Howard G. Hendricks 

… Así que eliges 2º A, no sabes la que te espera Fanny.  Esas fueron las palabras de la coordinadora académica cuando elegí al grupo A para realizar mis prácticas. Nerviosa le respondí que no había problema, podía con eso y más aunque en el fondo las piernas me temblaban y las manos no me paraban de sudar. Ambas reímos e inmediatamente me llevó a conocer el grupo seleccionado.  Cuando me paré frente a ellos me quedé anonadada. Podía sentir como las palabras atravesaban mis cuerdas bucales, llegaban hasta mis labios, pero no podía aglutinar ningún sonido.

Todos los estudiantes gritaban, corrían, se empujaban, algunos forcejeaban y se decían palabras altisonantes, por todo el salón podía ver bolas de papel volando. Insegura y con el corazón a punto de estallar, volteé a ver a una de mis compañeras de jornada: -Karen, yo no puedo hacer esto, tengo miedo están como locos-.  Mi vista regresó al salón de clases, observaba detalladamente a cada estudiante, cuando de pronto mis ojos se postraron sobre un alumno, parecía muy callado, volteaba a ver a todos, con dificultad se paró de su silla, caminó lentamente hacia a mí y me saludó. Rapidamente pude notar que tenía serios problemas psicomotrices y algunos más de  lenguaje.

Quizá fue en ese momento cuando me di cuenta que debía quedarme, ese era mi lugar, y de alguna u otra manera sería capaz de marcar una diferencia, independientemente del panorama desalentador que había observado, y la diversidad de comentarios surgidos alrededor del comportamiento de los alumnos.
Ya lo refería Levinson Bradley (2000) los grupos van adquiriendo características y reputaciones propias. Eso es inevitable, es la marca oficial de cada salón de clases, por lo cual lo único que había que hacer en ese momento era evitar todo tipo de prejuicios, los cuales sabía podían llegar a afectar mi desempeño dentro del aula. Aunque a decir verdad, esta nueva práctica que se me estaba presentando, sería bastante distinta a mi experiencia pasada. 

Cada jornada es única e irrepetible, con las cuales puedo reflexionar y darme cuenta que aspectos pulir con detenimiento.  Por lo que analizar la práctica del semestre pasado, me ayuda a poner sobre una balanza mis avances, problemáticas surgidas, similitudes entre estas y posibles soluciones, ya que aunque trabaje  con una diversidad de alumnos que están marcados por un contexto social distinto y,  un sistema de representaciones único, en cada práctica seguiré encontrándome con jóvenes faltos de motivación, que necesitan saber que son importantes en las decisión y rumbos que tomen las clases. 
Además, ya los afirma Hans Aebli (1998), las características de los alumnos no son rasgos fijos, sino en parte también reacciones ante un comportamiento docente determinado.  Y esta cita es la que me ha acompañado desde la jornada pasada, probablemente es la que me motiva para darme cuenta que como profesora puedo marcar la diferencia entre el intento de enseñanza y la buena enseñanza.

Nunca olvido que para cada acción hay una reacción. Si los alumnos se enfrentan con situaciones en las que los maestros se muestren herméticos y reacios al cambio, sometiéndolos a las mismas actividades tradicionalistas, es comprensible la reacción de estos a actuar de una manera áspera e incluso desinteresada. Por lo que desde la jornada pasada comprobé que como docente debo ser consiente que mi actitud y acciones  en el aula, determinarán el comportamiento de mis niños.
Con esto en mente al menos tenía asegurado un sesenta por ciento de éxito en mi clase. Sin embargo, la experiencia pasada debería serme de ayuda en esta nueva contienda. Y así fue, ya que nunca olvidaré como se me puntualizó con anterioridad el uso de mis expresiones faciales.  Por lo que esta vez haría uso de mi rostro y cuerpo como un apoyo visual más para la clase.

Y estaba lista, el día llegó, a decir verdad sentía una gran emoción y estaba dispuesta a dar lo mejor de mí. Antes de entrar al salón de clases, respiré y me olvidé de todos los comentarios que me habían aseverado respecto al comportamiento de los niños, además eliminé de mi mente las imágenes de mi primer encuentro con ellos, las cuales me habían causado a un inicio tanto pánico. 
La primera actividad que realicé fue la explicación de  reglas de la clase, de alguna manera debería hacerles saber que para trabajar en armonía deberían llevarlas a cabo durante cada sesión. Además de esto les dije de qué manera funcionaría  la llamada Wall chart. Recurrí al uso de esta tabla de participación como un estímulo para los alumnos. Fullan Michael (2002) explicaba como el profesorado recurre cada vez menos al estímulo y el apoyo al aprendizaje. Eso es definitivamente algo que de alguna manera es necesario cambiar como docente y nada mejor que comenzar desde las prácticas.

Varias veces  aclaré el funcionamiento de esta tabla, y después quise comprobar que se había comprendido el uso de ésta mediante preguntas dirigidas. Aunque esto no haya sido una actividad de warm up me ayudó bastante para romper la tensión en el salón y establecer lazos de confianza entre los niños.  Con esto pude percibir una atmósfera distinta, en la que todo tipo de rigidez se transfiguraba en equilibrio.
Inmediatamente comencé con mi segunda actividad, la cual era presentarles un texto situado dentro de un contexto.  Ya pegada la conversación en el pizarrón le di lectura. Al finalizar pedí a dos alumnos que me ayudaran a leer. Con esto me di cuenta que tienen bastantes dificultades con la pronunciación, incluso con aquellas palabras que se pueden considerar básicas del idioma como hi, o  thank you. Esto era algo que no podía pasa por alto, así que les hice compañía en la lectura corrigiéndoles la pronunciación. Lo hice tomando en cuenta la siguiente cita de Zabala Antoni (2000), Saber que ayuda requieren, y fijar la valoración apropiada para cada uno de ellos a fin de que se sientan animados a esforzarse en su trabajo. No sólo me interesaba escucharlos comunicarse, sino que para mí es de gran importancia que desde un principio lo hagan de la manera correcta, si desde que comienzan a comunicarse en un segundo idioma se corrigen ciertos vicios de pronunciación,  poco a poco se les facilitara la apropiación del idioma. 
Alumno: - Aam teacher es que yo no se leer-
Teacher:  -You can do it I will help you-
Alumno: - <ji jo are yu>
Teacher: Ok repeat with me, < jai, jao ar yu >
Hasta este punto podía observar una actitud de respeto y confianza, parecían muy atentos y utilizaban sin ningún problema la tabla de participación. No quería perder ni un momento su atención por lo que inmediatamente continúe con la siguiente actividad. Les enseñaría a utilizar la gramática implícita. Conforme comencé a pegar el material en el pizarrón, los alumnos se mostraban aún más interesados y ansiosos por participar en la clase. 

Fullan Michael (2002), sólo una pequeña proporción del alumnado está implicado en un aprendizaje.  No quería que esto ocurriera, aunque en ocasiones es inevitable, sin embargo, traté de mantener la atención de todos los alumnos e involucrarlos en las actividades. La manera en la que lo hice fue la siguiente: le lanzaba una pelota a uno de los alumnos, él tenía que pasar al pizarrón, hacer uso de algunas imágenes y escribir una oración, al finalizarla yo le preguntaba a toda la clase, si estaba correcto o no, después volvía a arrojar la pelota a otra alumno y se cumplía con la misma rutina.  De esta manera logré implicar en el aprendizaje a todos los alumnos, esto además me ayudó para que la atención no se dispersara mientras sólo un estudiante permanecía al frente.

Estaba por alcanzar el clímax de la clase, no podía darme el lujo de dejar que todo se viniera abajo. Llegó un momento en que enganché a mis alumnos de tal forma que sólo esperaban con ansias la siguiente actividad, así que con ayuda de dos estudiantes, pegué en el pizarrón la imagen de una casa. Todos la veían con atención, esto debido a dos factores: el gran tamaño y los colores brillantes.
Expliqué un par de veces las instrucciones, utilicé mi expresión corporal tanto como fue necesario para darme a entender y, además confirme las instrucciones con algunos alumnos para darme cuenta si habían comprendido lo que realizarían. Esta fue una técnica que aprendí en la jornada pasada, me funcionó  bastante bien así que no dudé en hace uso de ella. Durante el proceso monitoreé la actividad para resolver dudas, y comprobar que todos hubieran comprendido. El monitoreo es una buena técnica que me dice dónde se encuentran mis alumnos, a dónde quiero que lleguen, y si no están en “sintonía” qué puedo hacer para resolverlo.

Antoni Zavala (2000) La situación de enseñanza aprendizaje también puede considerarse un proceso encaminado a superar retos, retos que pueden ser abordados y que hagan avanzar un poco más allá del punto de partida.  Finalmente de eso se trataba la última actividad, ese sería el desafío de mis niños. Quien lo superara avanzaría más allá del punto de partida. Así que comencé, expliqué de qué manera harían la última actividad y escribí un ejemplo en el pizarrón,  confirmé las instrucciones e inmediatamente todos se pusieron a escribir en sus cuadernos. Me sentía temerosa por el tiempo y realmente estaba interesada en escuchar su producción oral, por lo que les hice saber que tendrían sólo ciertos minutos para poder finalizar

Para que todos participaran una vez más hice uso de la pelota, pero esta vez dejé que ellos eligieran al próximo en pasar al frente, además me fui hasta el fondo del salón de clases, con esto no perdía de vista a los que se sentaban hasta atrás y además de cierta manera, obligaba al estudiante que estaba en el pizarrón a que hablara tan fuerte como pudiera para que yo escuchara.  Finalmente mis alumnos concluyeron con éxito la última actividad, lo que los hizo avanzar un poco más allá del punto de partida.
El segundo día de clases llegó, me sentía bastante confiada por lo que sólo esperaba que todos entraran al salón de clases, sin embargo, existieron algunos factores externos que no fueron de ayuda en el control y manejo de grupo. Primeramente la mayoría regresaba tarde de la clase de educación física, por lo que su nivel de excitación se mantenía alto, algunos platicaban, tomaba agua y comía. Factor número dos: pronto se llegaría la hora del receso, y esto sólo es indicador de lo siguiente; todos quieren salir al receso, lo único que anhelan es que la clase termine lo más pronto posible.

Miles de pensamientos pasaban por mi cabeza, el gritar por todo el salón que guardaran silencio no sería de mucha ayuda, así que  me situé frente a ellos, crucé los brazos, les volteé  a ver y, en voz baja les hice saber que la clase había comenzado, poco a poco fueron guardando silencio.  Había logrado captar su atención, y eso era un buen comienzo por lo que inmediatamente pasé a un warm up, este era el momento indicado para atraer aún más su atención y envolverlos completamente en la clase.
Sin embargo, de mis manos deje caer esa oportunidad, debido a que el warm up que les llevé para nada logró captar su atención. Eso era sencillo de notar, aunque la mayoría de los alumnos lo intentaban hacer, en sus rostros se podía observar un tinte de aburrimiento y apatía. Solamente logré que la atención se comenzara a dispersar. Reflexionando lo acontecido me di cuenta que una actividad de warm up puede ser como coloquialmente se  dice: un arma de dos filos.  Si no se eligen actividades acordes a los intereses de los alumnos y necesidades de cada sesión, lo más probable es que su objetivo que es involucrar todos sus sentidos en la clase, no se logre transfigurándose en todo lo contrario; lo cual es dispersar su atención y motivación.

Pasé de inmediato a la siguiente actividad, para captar la atención perdida, comencé a lanzar preguntas dirigidas sobre el tema de la conversación que iba a leer, esto por un momento concentró todas las miradas al frente y fue cuando comencé a leer, no obstante, varias veces tuve que parar ya que debía pedirle a los alumnos que guardaran silencio. Cuando finalmente terminé dos estudiantes fueron elegidos para que comenzaran a leer.  Por una parte yo prestaba atención a los alumnos que leían para poder ayudarles con la pronunciación de ciertas palabras  y, por otro lado tenía que mantener al resto de los alumnos en silencio.
Fue aquí cuando me di cuenta que el control del grupo estaba saliéndose un poco de mis manos. Podía ver como al fondo del salón dos alumnas platicaban entre si y no prestaban interés, me acerqué a ellas y les solicité que guardaran silencio,  además también pude ver que una alumna mas hacía  tarea de otra materia, sin prestar la mínima atención a lo que ocurría en clase, por lo que le sugerí que guardara su cuaderno o le sería retirado.

Después de esto, continúe con la clase, expliqué la gramática implícita, hice algunas actividades en el pizarrón y retomé nuevamente el control del grupo. La mayoría de los alumnos querían participar, parecían atentos y emocionados, además se habían apropiado de la tabla de participación, pues sin ningún problema hacían uso de esta. En este momento respiré aliviada y comencé a gozar nuevamente de la clase, me sentía alegre pues parecía que todos comprendían y estaban en sintonía.
Sin problemas pasé a lo siguiente; demostré las instrucciones para que trabajaran con algunas worksheets y por medio de preguntas comprobé si había quedado claro, sin embargo, a comparación de la primera clase, esta vez no fue así, por lo que  expliqué una vez más, volví a cerciorarme de la claridad de esto y cuando parecía que  habían comprendido, les di tiempo para que comenzaran a trabajar.

Ahora bien, durante este lapso existió una actitud que se le puede llamar disruptiva; todos los alumnos hablaban en voz alta, reían, hacían bromas, pero no dejaban de responder sus hojas de trabajo.  Monitoreaba los ejercicios de cada alumno de manera individual pues me interesaba saber que realmente estuvieran comprendiendo lo que hacían, algunos entendían sin  problema alguno, otros más platicaban por que no habían entendido lo que deberían hacer.
Esto me llevo a una resolución más, cuando un niño no comprende lo que va hacer, por obvias razones su atención se dispersa y debe compensar de alguna manera ese tiempo en el que no hace nada. ¿Cuál es la manera de compensarlo? platicando con sus compañeros de clase, y esto lleva a que se desencadene una serie de actitudes que desembocan en la indisciplina.

Evidentemente eso se comenzaba a salir de control nuevamente, y los agentes principales de dicha conducta eran dos alumnos que suelen ser los líderes del grupo. El maestro titular al darse cuenta de eso me dijo lo siguiente; maestra voy a mover a esos dos para atrás, yo siempre los pongo allá, así no hacen nada pero tampoco molestan a nadie, me evito problemas y usted también. 
 Fue precisamente en ese momento cuando me detuve, observé y tomé una decisión; si deseaba ser un docente distinto, entonces comenzaría por no delegar a esos pequeños, que al fin y al cabo están faltos de atención. Gracias maestro pero los moveré de lugar y trabajaré con ellos, sé que si los mandamos al final del salón no harán nada. En este momento de la clase pude comprobar la siguiente cita; Fullas Michael (2002), el profesorado recurre cada vez menos al estímulo y el apoyo al aprendizaje, comprender las razones y las consecuencias fundamentales de la falta de motivación del estudiante.

No puedo estar más de acuerdo con este autor. Muchas veces los maestros llegan a cuestionarse a sí mismos el porqué del desinterés y falta de motivación de sus alumnos, sin querer darse cuenta que ellos son los agentes de esta falta de motivación. Por más difícil que sea comprender a un estudiante y su conjunto de actitudes, el camino más ridículo que un profesor puede tomar es la comodidad.  –si él como alumno me molesta he impide que trabaje en mi burbuja de comodidad, yo como maestro lo aparto de los demás-.
Muchas veces el elegir el camino más fácil  vuelve profesores que a toda costa luchan por obtener el premio a la mediocridad.  Como profesional de la educación es mi responsabilidad darme cuenta quien de mis alumnos requiere ayuda, fijar un valoración apropiada a cada uno de ellos, para que se sientan animados a esforzarse en su trabajo, que se enteren que son miembros importantes del salón de clase, tomarlos en cuenta, valorarlos por lo que pueden hacer y han logrado.

Al final el haberle dedicado un poco de tiempo a estos dos alumnos, me trajo excelentes resultados, puesto que se concentraron en su trabajo, por un momento se despreocuparon de molestar  a los demás, y se acercaban a preguntarme si estaban realizando de manera correcta los ejercicios que les había asignado.  Un poco de atención de corazón a corazón no de cabeza a cabeza, puede lograr grandes resultados.
Estoy consciente que aún me queda un largo camino por recorrer, en cuyo proceso aprenderé de cada situación, como fue el caso de esta jornada. Por lo pronto con esta experiencia me queda claro que existen bastantes detalles por afinar, los cuales ya no me debo dar el lujo de seguir cometiendo. Quizá el más importante por ahora es aprender a tener un mejor control de la disciplina. En nada ayuda seguir llevando al aula las mismas prácticas rudimentarias de control de clase. Ser una maestra que grita todo el tiempo para que los alumnos guarden silencio no es una opción. Es de suma importancia buscar dinámicas de control de grupo con las que se pueda mantener  en el aula un espacio de armonía, respeto y trabajo.

La siguiente acción que llevaré a cabo será buscar algún tipo de estrategia que me ayude a resolver el problema del tiempo, como ya lo he citado con anterioridad, los niños llegan tarde después de su clase de educación física, por lo que esto afecta mi clase no sólo en el sentido de un tiempo que ya no se recupera, sino en estudiantes llenos de euforia que tienen toda la energía para seguir charlando en clase. Esto por ahora lo puedo tomar como un punto a mi favor si lo aprendo a  canalizar de la manera correcta.
Por otro lado he consolidado las actividades que pongo en práctica cada jornada, y me he dado cuenta que muy pocos son los riesgos que he tomado. Es tiempo de comenzar a ser más innovadora y creativa, si en cada clase abordo temas como “el docente del cambio” o “el profesor diferente”, entonces seré hacedora de dicha ideología.

Finalmente el adjetivo;  buen maestro, no cabe en mis expectativas. Como profesional de la educación aspiro al título de maestra fascinante, aquella que desarrolle la sensibilidad para hablar con el corazón de los alumnos, que les ayude a explorar su ser, que estimule su creatividad, que llegue a ser una maestra inolvidable. Esto puede ser más sencillo de lograr si siempre mantengo en mente aquella frase que citó hace un tiempo Howard G. Hendricks, la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón.

ANEXOS:






Bibliografía:
Zabala A. (2000)  Primera conclusión  del conocimiento de los procesos de aprendizaje: la atención a la diversidad. Barcelona: Grao (p. 31- 37).
Levinson B. (2000) Conflicto y Colectividad un reporte desde la secundaria. Mexico: UNESCO (p. 202 -213).
Fullan M. (2002) “El alumnado”, en los nuevos significados del cambio en la educación. Barcelona: Octaedro (p. 177- 188).